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La desratización es un proceso de control de plagas que tiene como objetivo eliminar o reducir la población de ratas y ratones en un determinado entorno, como hogares, edificios, empresas, almacenes, entre otros lugares. Las ratas y ratones son roedores que pueden causar daños materiales y transmitir enfermedades, por lo que es fundamental realizar acciones de desratización para proteger la salud pública y prevenir posibles problemas. El proceso de desratización implica el uso de diversas técnicas y estrategias para controlar la población de roedores, entre ellas: Inspección y evaluación: Se realiza una inspección exhaustiva del lugar para identificar las áreas de mayor actividad de roedores y evaluar el nivel de infestación. Colocación de cebos o trampas: Se utilizan cebos envenenados o trampas específicas para atraer a los roedores y eliminarlos de forma segura y efectiva. Sellado de puntos de acceso: Se identifican y sellan posibles entradas y grietas por donde los roedores puedan ingresar al lugar. Uso de repelentes: Se pueden emplear repelentes y dispositivos ultrasónicos para ahuyentar a los roedores y evitar su presencia. Monitoreo y seguimiento: Se lleva a cabo un seguimiento continuo para evaluar la efectividad del control y tomar medidas adicionales si es necesario. Es importante destacar que la desratización debe ser realizada por personal capacitado y autorizado para garantizar la seguridad y evitar el riesgo de exposición a sustancias tóxicas utilizadas en el proceso. Además, se deben seguir las normas y regulaciones establecidas por las autoridades locales en materia de control de plagas. La desratización es una medida preventiva y correctiva esencial para mantener un ambiente libre de roedores, proteger la salud pública y preservar la integridad de infraestructuras y bienes materiales.